Los malinkés y otras poblaciones de la región del Mandén, situada al
sudoeste del Malí, se reúnen cada siete años en la aldea de Kangaba para
celebrar la instalación de un nuevo techado de paja en el Kamablon, “la
casa de la palabra”. Construido en 1653, este notable edificio de
planta circular alberga objetos y mobiliario de gran valor simbólico
para la comunidad y, además, es sede del consejo de la aldea. La
celebración la organizan conjuntamente los miembros de clan Keita
–descendientes de Sundiata Keita, fundador del Imperio del Malí– y los
griots del patronímico Diabaté, que son los depositarios de la historia
del Kamablon. La refección de la techumbre ofrece la oportunidad de
evocar la historia y la cultura del Mandén a través de las tradiciones
orales, así como de reforzar los vínculos sociales, resolver conflictos y
formular vaticinios sobre los siete años venideros. En los cinco días
que duran las festividades, los jóvenes de veinte a veintiún años de la
comunidad desmontan el techado antiguo y lo sustituyen por otro nuevo
siguiendo las instrucciones y orientaciones de sus mayores que, al mismo
tiempo, transmiten su saber acerca de la casa sagrada y de su
construcción, historia y valor simbólico. Los griots de la vecina aldea
de Kela rinden homenaje a Sundiata narrando la historia oral del Mandén.
fuente: Unesco
La Carta del Mandén, proclamada en Kurukan Fuga
A principios del siglo XIII, a raíz de una gran victoria militar del
fundador del Imperio Mandinga, este soberano y su areópago de sabios,
reunidos en asamblea en Kurukan Fuga, proclamaron la Carta del Nuevo
Manden, que recibe su nombre del territorio de la cuenca alta del río
Níger situado hoy de uno y otro lado de la frontera entre Guinea y Malí.
Esta carta es una de las constituciones más antiguas del mundo, aunque
sólo existe en forma oral. Consta de un preámbulo y siete capítulos en
los que se proclaman: la paz social en la diversidad, la inviolabilidad
del ser humano, la educación de las personas, la integridad de la
patria, la seguridad alimentaria, la abolición de la esclavitud por
razia y la libertad de expresión y comercio. Pese a la desaparición del
Imperio Mandinga, las palabras de la Carta y una serie de ritos conexos
se siguen transmitiendo de padres a hijos, en forma codificada y oral,
dentro de los clanes de la tribu malinké. Para mantener viva esta
tradición, todos los años tienen lugar ceremonias conmemorativas de la
histórica asamblea en la aldea de Kangaba, adyacente al vasto claro de
bosque de Kurukan Fuga que está emplazado actualmente en el territorio
del Malí, cerca de su frontera con Guinea. La celebración de estas
ceremonias cuenta con el apoyo de las autoridades locales y nacionales
del Malí, y en particular con el de las autoridades consuetudinarias
para quienes la Carta del Mandén no sólo es una fuente de normas
jurídicas, sino también un mensaje de amor, paz y fraternidad que ha
perdurado a través de los siglos.
fuente: Africanidad
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