Son un grupo de iglesias, capillas y monasterios tallados en la roca, situados cerca de la población de Ivanovo, a 16 km de la ciudad de Ruse. Hacia 1320, Joaquín, futuro patriarca de Bulgaria, fundó la primera comunidad monacal en las cuevas de la región. Hasta el siglo XVII,
los monjes excavaron sus celdas, iglesias y capillas en la roca. De
esta manera se construyeron cuarenta iglesias y unos trescientos
edificios en total, muchos de los cuales no se conservan. Durante el Segundo Imperio búlgaro, varios monarcas hicieron donaciones al complejo, como ponen de manifiesto los numerosos retratos en las iglesias. Fue uno de los centros del hesicasmo (una doctrina religiosa según la cual la esencia
espiritual de las personas se puede elevar por medio del aislamiento y
el recogimiento) en Bulgaria durante el siglo XIV, pero comenzó a decaer gradualmente en los primeros siglos de la ocupación otomana. El complejo debe su fama a sus frescos de los siglos XIII y XIV conservados en cinco de las iglesias, considerados ejemplos extraordinarios del arte búlgaro medieval. Los frescos se encuentran en la Capilla del Arcángel Miguel (la Iglesia Enterrada), el baptisterio, la capilla Gospodev Dol, la Iglesia de San Teodoro (la Iglesia Demolida) y la de la Santa Madre de Dios. Los frescos del siglo XIV de esta última se encuentran entre los ejemplos más representativos del arte paleológico.
foto: Gil Eilam
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