Reinterpreta el mito fundacional moxeño de la victoria jesuítica de San Ignacio de Loyola, asociándolo a las creencias y tradiciones indígenas. Los festejos dan comienzo en el mes de mayo con fuegos artificiales, cantos y alabanzas, y prosiguen en el mes de junio con celebraciones de misas diurnas y nocturnas, velatorios, donaciones de limosnas y banquetes. La principal representación de la victoria de San Ignacio consiste en una representación escénica en la que doce guerreros solares con tocados de plumas espectaculares combaten a los guardianes de la Santa Bandera –“señores” primigenios de los bosques y las aguas– antes de acabar convirtiéndolos al cristianismo. En la procesión principal participan 48 grupos disfrazados con máscaras de antepasados y animales que destacan la importancia otorgada al respeto de la naturaleza. Estos grupos festivos gastan bromas y bailan al son de la música barroca de las misiones jesuíticas hasta que, en torno de la medianoche, hacen surgir de sus sombreros bengalas y petardos que simbolizan el don de la luz y la clarividencia para vivir en armonía con la biodiversidad.
fuente: reyquibolivia.blogspot.comfuente: www.crespial.org
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