Se practica en toda Armenia en días festivos, celebraciones familiares, fiestas y eventos sociales. Pueden participar en ella todas las personas sin distinción alguna de sexo, edad y condición social. Esta práctica cultural infunde a los miembros de las comunidades de todas las edades un sentimiento de identidad, solidaridad y respeto recíproco, al mismo tiempo que propicia la continuidad de la memoria histórica, cultural y étnica. Esta danza tradicional es una de las pocas cuya transmisión de generación en generación –formal y no formal a la vez– nunca se ha interrumpido. Los medios formales para transmitir este elemento del patrimonio cultural son: los cursos de canto y baile tradicionales establecidos en el plan oficial de estudios de la enseñanza secundaria; los programas de educación artística impartidos en centros culturales para jóvenes; la difusión pública de la danza en Internet y otros medios de comunicación e información; y la adopción de diversas iniciativas institucionales. Además, desde el decenio de 1960, se han constituido agrupaciones de bailarines muy dinámicas en toda una serie de comunidades, y también hay organizaciones no gubernamentales que organizan regularmente cursos de danza.
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