Originaria de la provincia de Coresmia, la práctica de la danza denominada “lazgi” se halla extendida actualmente por todo Uzbekistán. Este elemento del patrimonio cultural vivo es ilustrativo de la creatividad humana porque encierra en sus pasos y movimientos los fenómenos y sonoridades de la naturaleza circundante, así como los sentimientos de amor y dicha. En el sitio arqueológico de Topraq-Kala, ubicado en Coresmia, hay pinturas que reproducen esta danza y atestiguan, por lo tanto, su antigüedad multisecular. Inspirada en la vida social y los quehaceres de las poblaciones locales, esta práctica artística es toda una representación del dinamismo de la vida. Durante su interpretación, músicos, cantantes y bailarines actúan en consonancia armoniosa. Las letras de las canciones encomian ante todo el amor y los sentimientos bondadosos. Hay dos modos de ejecutar la danza: uno “escénico”, por así decir; y otro interpretativo, que abre paso a espontaneidad. En el primero los pasos y movimientos están pautados, mientras que en el segundo son improvisados y cada vez más variados a medida que el ritmo de la música se acelera. Las melodías y los movimientos son tan atrayentes que los espectadores se ponen a bailar espontáneamente. En las conmemoraciones nacionales y las fiestas folclóricas se baila en su versión “escénica”, mientras que en los festejos familiares y locales predomina su ejecución improvisada e interpretativa.
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