Como la región de los Alpes está densamente poblada, los derrumbamientos masivos de nieve constituyen un gran motivo de preocupación y responsabilidad colectivas para sus habitantes. Desde siglos atrás, los montañeses han venido acopiando todo un acervo de conocimientos empíricos, han elaborado planes de prevención y control de riesgos y han aplicado diversas prácticas culturales para precaverse del peligro de los aludes. Hoy en día, siguen implementando y adaptando sobre el terreno todas las técnicas y conocimientos tradicionales de los que son depositarios, complementándolos con el uso de instrumentos de medición modernos y de una cartografía de riesgos específica. La evaluación de los riesgos de desencadenamiento de aludes exige un conocimiento profundo de la naturaleza, y más concretamente de la índole de los terrenos, de los tipos de nieve, de las condiciones meteorológicas y del historial de las anteriores avalanchas. Ese conocimiento se transmitía antes oralmente, pero hoy se ha establecido un procedimiento dinámico que une el saber empírico a la experiencia práctica: los conocimientos adquiridos se transfieren desde los hallazgos de la ciencia a la práctica, y desde las experiencias in situ a la investigación científica.
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