El proceso de fabricación de la cerámica comprende cinco fases: la recogida de la materia prima, el modelado, la cocción, la ornamentación y el acabado. Cada una de estas fases tiene un significado especial y está asociada a una serie de valores transmitidos por tradición oral. La producción de los objetos de cerámica requiere poseer conocimientos especiales y dominar técnicas particulares para crearlos y decorarlos. Las artesanas que los fabrican utilizan una serie de instrumentos específicos: piedras para triturar y pulimentar, tablas de madera, un utensilio para modelar y un pincel cuyo pelo está confeccionado con cabellos humanos. Decorados con formas geométricas inspiradas en elementos de la naturaleza como plantas, animales, montañas y estrellas, los recipientes fabricados sirven para cocinar, comer, beber y servir comidas, pero también se utilizan en la celebración de rituales y ceremonias. Esta práctica milenaria del pueblo awajún no sólo expresa la personalidad, generosidad y vida íntima de quienes la realizan, sino que además ha desempeñado una función social importante porque ha ofrecido a sus mujeres la posibilidad de empoderarse, al asumir su fabricación y ornamentación a la vez que siembran y cultivan las plantas utilizadas en esas tareas. Las principales depositarias de los conocimientos, saberes y prácticas de este elemento del patrimonio cultural inmaterial son las “dukúg”, sabias ancianas que los transmiten de generación en generación a las demás mujeres de sus familias.
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