Este instrumento se compone de una plancha de madera y de toda una serie de teclas metálicas fijadas en ella. A veces, la plancha se instala encima de una calabaza o de una caja de resonancia hecha con madera. Las teclas metálicas se fabrican con mangos de cucharas, radios de ruedas de bicicletas o alambres de muelles y se tocan sólo con los pulgares de las manos, o combinando varios dedos. La fluida sonoridad percutiente del instrumento está impregnada de misticismo, encanto y dulzura. Los temas musicales interpretados varían levemente a cada nueva repetición, integrando varias melodías entrelazadas. La mbira/sanza se toca en solo o en grupos compuestos por varios instrumentistas, y la transmisión de su música se efectúa tradicionalmente mediante aprendizaje en el ámbito de la familia. Hoy en día se transmite también mediante una enseñanza formal, y en algunas escuelas se enseña a los alumnos a fabricar y tocar este instrumento. Los cantos acompañados por la música de la mbira/sanza son portadores de mensajes de ejemplaridad: alertan a los niños sobre las consecuencias de las malas conductas y repudian los eventuales comportamientos negativos de los miembros de la comunidad.
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