Las ceremonias nupciales de la región de Tlemecén dan comienzo en casa de los padres de la novia, donde ésta, rodeada por sus amigas y por sus parientas casadas ya engalanadas para la boda, se viste con un traje de seda dorada tejido a la usanza tradicional. La novia también se hace pintar con alheña dibujos simbólicos en las manos y recurre a la ayuda de una anciana para ponerse un caftán de terciopelo bordado, adornarse con joyas y tocarse con una cofia cónica. Los órganos vitales y de reproducción de la novia se cubren con hileras de barruecos para protegerlos contra los espíritus malignos. Al dejar la casa de sus padres, la novia se cubre con un velo de seda dorado. Durante la fiesta nupcial, una mujer casada, parienta allegada de la novia, dibuja círculos rojos y plateados en las mejillas y el labio inferior de ésta para purificarla y protegerla. Una vez que se ha protegido con el caftán, las joyas y esos maquillajes, la novia se quita el velo, dispuesta ya a casarse. A las niñas de Tlemecén se las inicia desde su más tierna infancia a esta tradición nupcial, y las técnicas artesanales necesarias para la confección del valioso traje se transmiten de generación en generación.
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