Según el chamanismo tradicional, estas prácticas se basan en la creencia en deidades invisibles del cielo, la tierra, las montañas y todos los elementos de la naturaleza. Las personas mayores de las comunidades enseñan a los jóvenes cómo se participa y qué conducta se debe observar en las ceremonias en honor de esas deidades. Estas prácticas religiosas infunden a los creyentes un sentido de pertenencia a la comunidad y de solidaridad con ella, y también les hacen cobrar conciencia de la relación de interdependencia del ser humano y el medio ambiente. La veneración de sitios sagrados fue una de las prácticas culturales proscritas en Mongolia por el régimen comunista, y esto provocó que su viabilidad se halle seriamente amenazada. Los denodados esfuerzos realizados por las autoridades y las comunidades para revitalizar este elemento del patrimonio cultural tropiezan todavía con diversos obstáculos: el ritmo acelerado de la mundialización y la urbanización; la migración de los pastores de las regiones sagradas a las ciudades; el desarrollo de la minería; y la drástica disminución del número de depositarios y practicantes de este elemento poseedores de los conocimientos necesarios para transmitirlo a las jóvenes generaciones. Pese a todo, las comunidades locales están entusiasmadas con la idea de hacer revivir estas tradiciones y transmitir los conocimientos correspondientes. Estos últimos años se han restaurado numerosos templos y se han creado condiciones favorables a nivel local para la celebración de ceremonias de veneración.
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