Las esferas de piedra de Costa Rica son un grupo de más de quinientas petroesferas precolombinas ubicadas principalmente en el sur de Costa Rica, en la llanura aluvial del delta del río Diquís (confluencia del río Sierpe y el río Grande de Térraba), en la península de Osa y en la Isla del Caño. Como conjunto, las esferas se consideran únicas en el mundo por su 
número, tamaño, perfección, formación de esquemas organizados y 
abstracción ajena a modelos naturales. Su gran valor radica en que se 
hicieron bajo condiciones tecnológicas y sociales consideradas muy 
difíciles en la actualidad. No obstante, las sociedades indígenas que 
las esculpieron lo hicieron casi de forma perfecta, con acabados muy 
finos en muchos casos, y con tamaños que van desde los pocos centímetros
 a cerca de 2.6 m de diámetro. Las esferas se produjeron y utilizaron 
durante un periodo que va del 400-500 d.C hasta la conquista española, 
en un lapso cercano a los 1000 años. Se les ha atribuido distintos significados a través del tiempo: símbolos
 de rango, marcadores territoriales, jardines astronómicos, ayudas de 
memoria, sin faltar las teorías esotéricas, sobrenaturales y atribución a
 extraterrestres. La hipótesis más reciente, elaborada mediante 
reconstrucción etnohistórica, apunta a un significado mítico religioso, 
asociada con el dios del trueno Tlachque y los dioses del viento y los 
huracanes (serkes) de la mitología talamanqueña. En la cosmogonía bribri, compartida por cabécares y otras etnias ancestrales de América, las esferas de piedra son «balas de Tara» (Tara o Tlachque es el dios del trueno) que con una inmensa cerbatana las lanzaba a los serkes (dioses de los vientos y los huracanes) para alejarlos de estas tierras.
foto: Vilseskogen
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foto: whistlepunch




esa ¨piedra¨ es un cacicazgo
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